Por: Neuropsicóloga Paulina Baltazar
Como padres, todos deseamos lo mejor para nuestros hijos. Nos preocupamos por su desarrollo físico, emocional y cognitivo. Sin embargo, en ocasiones, pueden surgir dudas sobre si su progreso es el adecuado o si ciertos comportamientos y dificultades merecen una atención más especializada. Aquí es donde una evaluación neuropsicológica puede marcar la diferencia.
1. Señales tempranas de alerta
Es importante estar atentos a ciertos indicadores que podrían sugerir la necesidad de una evaluación neuropsicológica. Si notas que tu hijo tiene dificultades significativas en áreas como:
Lenguaje: Retrasos notables en el desarrollo del habla o la comprensión.
Atención y concentración: Dificultades para mantenerse concentrado en actividades apropiadas para su edad.
Motricidad: dificultades en la coordinación o en la ejecución de movimientos que otros niños de su edad ya dominan.
Memoria: Olvidos frecuentes de cosas que deberían ser parte de su rutina diaria.
Conducta: Cambios abruptos o comportamientos inapropiados para su nivel de desarrollo, como berrinches constantes o problemas para socializar.
Cualquiera de estos aspectos puede ser una señal de que algo no está yendo como debería, y aquí es donde una evaluación neuropsicológica puede ayudar a identificar las raíces del problema.
2. Desempeño escolar bajo
El rendimiento académico suele ser una ventana importante para detectar problemas. Si tu hijo muestra dificultades consistentes en áreas como la lectura, escritura o matemáticas, o si los maestros notan que tiene problemas para seguir instrucciones o retener información, puede ser útil realizar una evaluación. Esto ayudará a descartar o confirmar condiciones como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), dislexia, u otros trastornos del aprendizaje.
3. Cambios emocionales y de comportamiento
Si tu hijo presenta cambios significativos en su estado de ánimo, como irritabilidad constante, tristeza prolongada, ansiedad severa o conductas desafiantes, también es una señal importante. Estos cambios emocionales pueden estar relacionados con dificultades en su funcionamiento cognitivo o con situaciones de estrés que no pueden expresar claramente. La evaluación neuropsicológica no solo examina el rendimiento cognitivo, sino también cómo el niño gestiona sus emociones, lo que puede aportar información valiosa para su bienestar integral.
4. Condiciones médicas previas
En algunos casos, una evaluación neuropsicológica es necesaria cuando el niño ha pasado por condiciones médicas importantes, como un traumatismo craneal, crisis epilépticas, o alguna enfermedad neurológica. Estos eventos pueden afectar el desarrollo cognitivo y emocional, por lo que una valoración neuropsicológica es esencial para determinar las secuelas y establecer un plan de apoyo adecuado.
Llevar a tu hijo a una evaluación neuropsicológica no debe verse como una medida extrema, sino como una herramienta para entender mejor su desarrollo y brindarle el apoyo necesario. Si tienes dudas sobre si el progreso de tu hijo es adecuado para su edad, consulta con un especialista en neuropsicología. Una intervención a tiempo puede marcar una gran diferencia en su bienestar y su éxito futuro.
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