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LA COMUNICACIÓN DESDE LA EMOCIÓN

Por: Psicóloga Sandra Inzunza



Hay momentos en que las emociones asumen el control y roban lo mejor de nosotros.  ¡Se anula toda conexión con nuestros hijos!  Y es que muchas veces esta explosión emocional sucede cuando las relaciones entre padres e hijos afloran los temas irresueltos, existe una desconexión externa. Pero no todo es malo, como padres tenemos la opción de hacer conscientes los temas irresueltos y la oportunidad de curarse y hacer que las emociones del pasado no se encuentren en la experiencia con sus hijos.

Cuando la emoción habla en los padres, se desbordan los momentos de enojo, ira, frustración, e incluso venganza hacia la conducta que nuestro hijo tuvo, generalmente puede ser por alguna situación cometió, una conducta desadaptativa, una comunicación no asertiva, etc. La mente de los padres puede bloquearse y tornarse inflexible, y se atrofia  la incapacidad para pensar con claridad y para mantener la conexión con nuestros hijos.  Cuando las reacciones emocionales reemplazan la atención consciente, hemos entrado en una zona del cerebro llamada circuito inferior y entonces es muy improbable que podamos mantener una comunicación y una conexión adecuada con nuestros hijos.

En consecuencia, sin nos enojamos, gritamos y actuamos agresivamente nuestro hijo también se enojará con nosotros y entonces se separa la comunicación. Horas de conflicto entre papá o mamá al final terminarán sintiéndose, exhaustos y desconectados de la relación.

Circuito Inferior

Es simplemente un colapso de los procesos mentales superiores (lo racional) y deja a la persona a merced de las emociones perturbadoras, reacciones impulsivas, respuestas rígidas y repetitivas y la falta de introspección y de consideración por el punto de vista de la otra persona.

Y es que esto puede surgir de estos temas irresueltos de algunos padres que pueden provocar desorganización tanto en sus mentes como en sus actos.  Sin pretenderlo, los padres podemos comportarnos en formas que resultan atemorizantes y confusas para nuestros hijos. Cuando se activa este botón los padres podemos convertirnos en sentido de alarma para sus hijos. En la que no pueden dar sentido a la conducta del adulto, el padre que deben recurrir en busca de bienestar se ha transformado en una fuente de su temor. El pequeño se encuentra emocionalmente bloqueado y confuso.

 

Pero hay otra cara...

Es el circuito superior que es un modo de procesamiento de la información que  interviene los procesos de pensamiento superior, racional y reflexivo. Este circuito hace posible la atención, la flexibilidad de respuesta y el sentido de integración de la autoconciencia.

El modo de procesamiento de inferior se da en un área del cerebro llamada córtex prefrontal que está en la parte superior del cerebro, y por esa razón se le da el nombre de circuito superior. Aquí se encuentra el pensamiento reflexivo y racional que nos brinda la posibilidad de sobre distintas alternativas y reflexionar sobre nuestras acciones y sus consecuencias. Posibilidades de escoger el modo en que responderemos a nuestra conducta.  Metafóricamente tendríamos la oportunidad en nuestras manos de apretar el botón del pánico (circuito inferior) o de la solución (circuito superior).


Los padres somos muy vulnerables de caer en el circuito inferior.

Dicha experiencia se compone de 4 fases.


  1. Activación, fase inicial de temas residuales o irresueltos.

  2. Transición, es la sensación de hallarse al límite, puede ser instantánea o gradual.

  3. Inmersión, permanencia del circuito inferior. Los procesos de búsqueda de uno mismo, armonización y visión mental quedan en suspenso. Nos llena de emociones intensas, por ejemplo, frustración, sentimiento de estar fuera de control y bloqueados.

  4. Recuperación, proceso de reactivación del circuito superior.

Bloqueando el circuito inferior

Las personas afectadas por pérdida o traumas irresueltos son especialmente vulnerables a ese tipo de cambio mental y en consecuencia, más propensas a caer en el circuito inferior.

 

Encontrar la salida

La comprensión del modo superior de procesamiento y de cómo de las áreas prefrontales dan lugar respuestas flexibles, nos permite entender como “perder los estribos” quiere decir, anular el área del cerebro capaz de efectuar elecciones racionales. Flexibles y reflexivas de nuestros pensamientos y quedarnos literalmente bloqueados. Desconectan a los padres de áreas cerebrales que hacen posible la comunicación armónica.

 

Resolución de traumas y pérdida

El carácter intrusivo, persistente y abrumador de las pérdidas irresueltas, sumado al dolor que nos producen, pueden llevar a largos periodos de aislamiento social, haciendo difícil que desempeñemos nuestras tareas cotidianas.

En lugar de juzgarte como padre, seamos amables con nosotros mismos, respetando las sensaciones corporales, emociones, imágenes a nuestra mente.

Ayudar en entender a verbalizar nuestra propia experiencia pueden contribuir a que sus hijos den sentido a estas experiencias narrando la historia de los eventos en cuestión desde la perspectiva misma de los pequeños. Cuando nosotros reconstruimos los relatos de los hechos, de nuestros hijos tenemos que asegurarnos de prestar atención a los sentimientos. Cuando haces consciente estas fracturas tienes el poder de identificar la emoción que domina en ti y entonces desconectarte provisionalmente de la interacción con tu hijo, crear un espacio mental que permita tranquilizarse.

 

La conciencia corporal y la reflexión deben ir acompañadas de prácticas que faciliten el proceso de curación. Escribir un diario puede tener un efecto integrador y terapéutico. Abrirnos a otras personas para que sean testigos de nuestro dolor y de nuestra lucha también pueden aportar un renovado sentido de claridad y coherencia a nuestra vida.

 

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