Por: psicóloga Reneé Hernández
La psicoeducación se ha convertido en una herramienta clave para mejorar la calidad de vida de las personas con trastornos mentales y sus familias. Según una revisión sistemática de 10 estudios, el 90% de ellos confirman que esta intervención no se limita a pacientes con esquizofrenia, sino que es efectiva en una amplia variedad de trastornos mentales y enfermedades crónicas.
Esta estrategia se basa en educar a las familias para que comprendan mejor la enfermedad, lo que les permite responder de manera adecuada a sus manifestaciones. Al hacerlo, no solo se mejora la aceptación familiar, sino que también se reducen las recaídas de los pacientes y se fomenta una mayor adherencia al tratamiento farmacológico. Además, el apoyo familiar adecuado contribuye al desempeño social y a la rehabilitación integral del paciente.
Recomendaciones clave:
Capacitar a enfermeros: Es esencial entrenar al personal de salud en intervenciones psicoeducativas para trabajar directamente con las familias. Esto ayuda a prevenir recaídas y reduce la tensión en el entorno familiar.
Concientización familiar: Fortalecer los lazos familiares mediante el conocimiento mejora el manejo del tratamiento y la relación con el paciente.
Descentralizar la atención: Trabajar con centros de salud y municipalidades permite reducir la carga en instituciones especializadas y atender a las familias en un nivel inicial, enfocándose en su control emocional y en la comprensión del trastorno.
Fortalecer unidades de salud mental: Elaborar guías y normas sobre psicoeducación, además de involucrar a trabajadores sociales para el seguimiento del paciente, contribuye a disminuir el abandono del tratamiento.
La psicoeducación no solo mejora la aceptación familiar, sino que también construye redes de apoyo sólidas que benefician a los pacientes y a sus cuidadores.
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