¿Por qué debo involucrarme en el proceso terapéutico de mi hijo?

Cuando un niño inicia un proceso terapéutico, muchas veces se piensa que el trabajo ocurre únicamente dentro del consultorio, entre el terapeuta y el pequeño. Sin embargo, la evidencia clínica y científica muestra que la participación activa de los padres es un elemento fundamental para que la terapia sea realmente efectiva. La razón es simple: los niños se desenvuelven en un núcleo familiar.

La familia es el principal contexto de desarrollo

Los niños pasan la mayor parte de su tiempo en casa, por lo que es natural que los avances logrados en terapia necesitan ser reforzados en el ambiente familiar. Los padres son el principal medio por el cual los niños aprenden, expresan emociones, regulan su conducta y comprenden al mundo.

Cuando los papás se involucran llegan a comprender mejor lo que sus hijos estan atravesando, pueden llegar a identificar los comportamientos y/o dinámicas en casa que pueden contribuir al problema y son capaces de convertirse en agentes de cambio desde casa.

El acompañamiento parental favorece el progreso del niño

La terapia infantil no solo trata que el niño cambie o mejore, sino que busca generar condiciones que favorezcan su bienestar emocional. Los padres al involucrarse Cuando los padres participan, el trabajo terapéutico se fortalece porque las estrategias vistas en sesión tienen continuidad en casa, las cuales se aprenden desde una base de comunicación asertiva, apoyo y validación, también se establece una mayor comunicación entre terapeuta y familia.

Los niños se sienten más seguros cuando sus papás están involucrados

Para un niño, saber que sus padres están comprometidos les hace saber que no están solos, si no acompañados por su familia. Generando un vínculo más fuerte y afectivo entre padres e hijos, mayor motivación a participar en el proceso terapéutico y el apoyo y seguridad de no sentirse juzgado por llevar el proceso y aplicar las estrategias.

La seguridad emocional es un pilar del cambio terapéutico, y los padres tienen un papel fundamental en su construcción.

La terapia también es un espacio para que los padres aprendan

En muchas ocasiones, los papás llegan con dudas sobre los motivos, el cómo intervenir o dar seguimiento, y es importante reforzar que la terapia no solo es para el niño: también es un acompañamiento para los adultos, que pueden aprender estrategias de crianza respetuosa, manejo emocional, establecimiento de límites y formas nuevas de comunicarse.

La participación de los padres asegura que los cambios se mantengan en el tiempo

Los logros en terapia necesitan continuidad. Si los papás conocen y practican las herramientas, pueden sostener los avances incluso después de que el proceso terapéutico termine. De esta forma los nuevos hábitos se consolidan, los niños pueden seguir desarrollando habilidades emocionales y sociales.

Cómo pueden involucrarse los papás de manera efectiva?

Aquí algunas recomendaciones prácticas:

●  Asistir a las sesiones familiares o de orientación cuando el terapeuta lo indique.

●  Poner en práctica en casa las estrategias aprendidas.

●  Mantener una comunicación abierta con el terapeuta.

●  Validar las emociones del niño con empatía y sin juicios.

●  Ser pacientes: el crecimiento emocional toma tiempo.

●  Evitar presionar al niño para que “mejore rápido”; acompañar es más importante que exigir.

El proceso terapéutico infantil es más efectivo cuando se trabaja en equipo: terapeuta, niño y familia. La participación activa de los padres no solo favorece avances más rápidos y sólidos, sino que fortalece el vínculo familiar y promueve un ambiente emocionalmente saludable.

Los niños no necesitan padres perfectos, sino padres presentes, abiertos a aprender y dispuestos a acompañarlos en cada paso