Comunicación asertiva y reconocimiento sano: claves para fortalecer tu relación de pareja
- Psic. Rodrigo Molina

- 1 oct
- 2 Min. de lectura
En toda relación de pareja, los momentos de unión y complicidad son tan importantes como los retos y desacuerdos que inevitablemente surgen. La diferencia entre una relación que se desgasta y una que se fortalece radica, en gran medida, en cómo nos comunicamos y cómo nos reconocemos mutuamente.

La comunicación asertiva: expresar sin herir, escuchar sin juzgar
La comunicación asertiva no se trata únicamente de hablar, sino de expresar pensamientos, emociones y necesidades de forma clara y respetuosa, sin caer en la agresividad ni en la pasividad. Una pareja que se comunica asertivamente:
• Se enfoca en describir hechos, no en atacar a la persona.
• Utiliza frases en primera persona (“me siento… cuando…”) en lugar de señalar con el dedo.
• Escucha activamente, buscando comprender antes que responder.
Este tipo de comunicación reduce los malentendidos y abre la puerta a encontrar soluciones conjuntas en lugar de entrar en discusiones repetitivas.

El reconocimiento sano: valorar lo que sí hay
El reconocimiento sano es validar y agradecer las acciones, cualidades y esfuerzos del otro, sin caer en la idealización ni en la crítica constante. Frases simples como “gracias por escucharme” o “valoro el tiempo que compartimos hoy” generan un impacto positivo en la relación.
Cuando ambos miembros de la pareja se sienten vistos y reconocidos, la autoestima de cada uno se fortalece y el vínculo emocional se hace más sólido.

Escuchar y solucionar, no ganar una discusión
En pareja no se trata de “tener la razón”, sino de encontrar soluciones que fortalezcan la relación. Cuando existe escucha genuina y disposición para negociar, los conflictos dejan de ser amenazas y se convierten en oportunidades de crecimiento conjunto.

En resumen:
La combinación de comunicación asertiva y reconocimiento sano crea una base sólida para la confianza, la intimidad y la capacidad de afrontar los retos que toda relación enfrenta. Practicar estos hábitos no solo mejora la convivencia, sino que también construye un amor más maduro, consciente y resiliente.




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