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La teoría biosocial: comprendiendo la desregulación emocional

La desregulación emocional, entendida como la incapacidad para regular las emociones de forma adecuada (resultando en emociones intensas), es uno de los principales obstáculos presentes en varios trastornos psicológicos, especialmente el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP). Pero ¿te has preguntado por qué algunas personas experimentan emociones tan intensas y difíciles de manejar?

Una de las explicaciones más reconocidas proviene de la teoría biosocial propuesta por Marsha Linehan, creadora de la Terapia Dialéctico Conductual (DBT).

Según esta teoría, las problemáticas en la regulación emocional surgen de la interacción entre dos factores principales:

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1. Vulnerabilidad biológica:

De acuerdo con esta teoría algunas personas nacen con un sistema emocional más sensible y reactivo lo que significa que experimentan emociones más intensas, tardan más tiempo en calmarse después de alterarse y son más sensibles a estímulos emocionales (un tono de voz, una mirada o una crítica). Esta vulnerabilidad no implica “debilidad”, sino que es una característica del temperamento que puede estar influida por factores genéticos y neurobiológicos.

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2. Ambiente invalidante:

Es aquel ambiente en el que las emociones que expresa una persona son minimizadas, ignoradas e inclusive castigadas.

Frases como “no es para tanto”, “te ahogas en un vaso de agua”, “lo haces para llamar la atención” o “debes controlarte” envían el mensaje de que las emociones son erróneas y/o inadecuadas, lo que ocasiona que con el tiempo la persona aprenda a dudar de sus propias experiencias internas, a ocultar lo que siente o expresarlo de forma extrema para ser escuchada.

Cuando un sistema emocional sensible se combina con un ambiente invalidante, se genera un círculo de desregulación, lo que implica que la persona siente emociones muy intensas, a lo que el entorno responde con incomprensión, rechazo o castigo; esto aumenta el malestar, la impulsividad o la desesperación reforzando la idea de que las emociones “no se pueden controlar” o que son “malas”.

Este patrón puede repetirse a lo largo de la vida y consolidarse como una forma de respuesta emocional que resulta desadaptativa para la persona. Desde la terapia dialéctico conductual (DBT) y la terapia cognitivo conductual (TCC), el tratamiento busca romper este ciclo mediante psicoeducación, mindfulness, estrategias de regulación emocional y entrenamiento en validación.

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En resumen, la teoría biosocial nos recuerda que la desregulación emocional no es una elección del consultante ni se debe a falta de fuerza de voluntad. Es el resultado de una interacción compleja entre factores biológicos y ambientales y comprender esto es el primer paso para abordar el problema desde la empatía, compasión y las herramientas efectivas.

 
 
 

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